Aunque mi verdadero nombre es Johannes Gensfleish zur Laden, todo el mundo me conoce como Johannes Gutenberg, y es que gensfleish significa «carne de ganso», y bastantes problemas encontraría ya en mi vida como para tener que hacer frente además a las burlas por mi nombre. Pero quiero contaros sobre todo algo que me sucedió una vez y que
resultaría decisivo en mi existencia. Siendo un muchacho, mientras hacía un corto viaje camino de una ciudad, me dio alcance otro joven que también se dirigía hacia ese lugar. Un poco alborotado y parlanchín, me explicó que iba a ver a su amada, una hermosa mujer de la que estaba profundamente enamorado. Al principio no le presté demasiada atención, pero luego acabé charlando con él. Me comentó que, a menudo, allí por donde pasaba, grababa en un árbol una H, la inicial de Hilda, su pasión. Una vez se desprendió la corteza sobre la que había grabado la H, así que la guardó en un trozo de pergamino que llevaba. Cuál no sería su sorpresa cuando, al desenvolverla al día siguiente, quizá debido a la humedad de la corteza, la H se había reproducido sobre el pergamino. Me despedí del joven, de momento sin darle ninguna importancia a la anécdota que me había contado. Pero más adelante, de aquel episodio de la H, unido a lo que aprendí sobre el grabado de la madera, surgió una idea sensacional...