Una vez dos niños, uno se llamaba Ariel y otro Salim. Ellos eran muy buenos amigos, aunque de distinta raza y lengua, pero se llevaban muy bien pero sus familias no. Salim era un niño que no tenia padre solo tenia madre, Salim ayudaba a su madre vendiendo manzanas en el comercio y solo vendía dos o tres al día. Su madre decía que ya era un hombre aunque el era aun un niño. Un día Salim le dio a Ariel dos manzanas y Ariel le dio una canica muy brillante. Salim tenía que inventar alguna escusa para decirle a su madre que le faltaban dos manzanas. Salim y Ariel intentaron buscar algún remedio. Un día el padre de Ariel que formaba parte del ejército, construyó un muro para que los familiares de Salim y las personas del mismo país no se juntaran con ellos.